La familia Pichiucho Reimundo lo perdió todo en un trágico incendio que consumió su vivienda y dejó a sus integrantes sin un techo donde resguardarse.
Sin embargo, en medio del dolor, emergió la luz de la solidaridad: una comunidad unida, autoridades comprometidas y corazones generosos hicieron posible lo que parecía imposible.
Gracias a la gestión de los concejales Rubén Puma, Gabriela Subía, Edgar Martínez y Aníbal Oscullo, se logró el apoyo de la empresa SEDEMI y, de manera especial, del Ing. Esteban Proaño, cuya invaluable solidaridad ha sido clave para iniciar la construcción de un nuevo hogar para esta familia.
Pero no estuvieron solos. La dirigencia del barrio San Juan Obrero se sumó con entusiasmo y compromiso, organizando una tómbola solidaria que no solo recaudó fondos, sino también sembró esperanza en cada corazón. También el alcalde del cantón efectúo su aporte, cuya generosa donación de quintales de cemento se transformó en la base firme de este nuevo comienzo.
Esta casa se está levantando no solo con materiales, sino con amor. La participación activa del Gobierno Parroquial, la Policía Nacional, Fuerzas Armadas, la Tenencia Política, la Jefatura Política y los vecinos del sector, demuestra que cuando la comunidad se une, los milagros ocurren.
La vivienda que hoy se construye representa más que cuatro paredes y un techo: es un símbolo de fe, de lucha compartida, de humanidad. Es la prueba de que, incluso en los momentos más oscuros, la solidaridad es capaz de encender la luz de la esperanza.
Porque cuando el corazón de un pueblo late unido, ningún fuego puede apagar sus ganas de salir adelante.
